La primera ecografía es uno de los momentos más
esperados a lo largo de tu embarazo, pero debes saber que es algo más que
la primera imagen que tendrás de tu bebé. Además, no solo la primera sino
también las siguientes, permiten vigilar la evolución del feto y del
embarazo y pueden desvelar anomalías fetales.
¿Qué es y para qué sirve una ecografía en el embarazo?
La ecografía es un procedimiento de diagnóstico por imagen que utiliza
haces de sonidos no audibles por el oído humano (ultrasonidos), que se dirigen
hacia el objeto a estudiar, en la mayoría de los casos el feto, para comprobar
su evolución. Estas ondas sonoras chocan con diferentes estructuras: piel,
grasa, músculo, piel, líquido… Dependiendo de la capacidad de penetración en
cada tejido, parte de los ultrasonidos que componen el haz continúa y otra
parte se refleja. Los ultrasonidos reflejados son recogidos por la misma sonda
que los emite y una vez analizados por el equipo se presentan en la pantalla en
forma de imágenes ecográficas. El hueso es la estructura que más ecos rebota y
aparece representado en blanco, mientras que el líquido, la que menos rebota,
aparece en negro.
En términos generales, una ecografía proporciona información
sobre el curso del embarazo (asegura que el embrión / feto sigue
vivo), la localización de la placenta, la cantidad de líquido amniótico, el
número de fetos, el crecimiento fetal, el grado de bienestar fetal y la
posición del feto dentro del útero. Y lo más importante: juega un papel
fundamental en el diagnóstico de anomalías fetales.
¿Cuándo se puede detectar el sexo fetal?
El sexo fetal se puede determinar, por un ecografista experimentado, en
más del 95% de los casos y con una fiabilidad superior al 99% a partir de
la semana 18 de embarazo. Entre las
semanas 12 y 18 es posible detectarlo en un porcentaje bastante alto de casos,
pero con un margen de error mayor.
¿Es nociva para la madre o el feto?
La ecografía no utiliza radiaciones ionizantes del tipo de los rayos X,
sino ultrasonidos. El paso de los ultrasonidos a través de los tejidos puede
liberar calor, por efecto térmico, pero la cantidad liberada en los equipos
médicos es insignificante, de tal modo que hasta la fecha no se ha podido
detectar ningún efecto adverso por su uso, ni en la madre ni en el feto. Puedes
estar pues totalmente tranquila a la hora de realizártela.
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